viernes, 16 de noviembre de 2012

De visita por su casa [Entrevista]


De Ingeniero White, Abel Pintos se fue a los 14 de vida. Tres más adelante se iba de Bahía Blanca y se instalaba en Buenos Aires para dedicarse, de lleno, a una carrera profesional que le valió ser revelación en el Festival de Cosquín, en el de Viña del Mar y ganarse un premio Gardel, si sólo de títulos se habla.
-- ¿Qué dejaste atrás y que te llevaste?
-- No dejé demasiado porque tengo muy presente a Bahía, donde viven parte de mi familia y amigos. Estoy muy al corriente de lo que ocurre allí a nivel social, cultural, deportivo... De gira, cuando tengo Internet, escucho los partidos de Villa Mitre. A ese nivel. Estoy muy ligado emocional y mentalmente.
-- Artísticamente, no te hemos podido disfrutar tanto.
-- Es cierto. Y ya planteé en mi productora la necesidad de revertir esa situación a partir de este concierto, porque además tengo proyectos culturales que espero poder desarrollar allí.
"Llevar... llevo conmigo todo lo que aprendí en mi niñez y que pude enriquecer con el paso del tiempo".
-- ¿Sos el artista que soñaste a los 13?
-- Viví mucho de lo que soñé, pero la vida es preciosa porque nos da mucho más de lo que podemos o nos atrevemos a imaginar.
"En Bahía, cuando recién empezaba, soñaba mucho. No sabía de qué forma ni en qué momento se iban a ir cumpliendo esas expectativas. Y cuando sucedieron, tuvieron una extra con la que jamás fantaseé.
"Soñaba con editar discos, pero no planeé ocho en 15 años; con hacer giras, pero nunca con siete Opera agotados; con llenar un estadio de fútbol y lo hice hace poco en Tucumán. Pero todo, esa noche, excedió lo imaginado. Esa es la magia de la realidad".
-- ¿Cómo es tu día?
-- Siempre, de una manera u otra, se vincula con la música, ya sea que cante, componga, trabaje en la computadora, estudie guitarra, piano, vocalice; lea o escuche canciones de la vieja escuela y de la vanguardia, porque me nutro mucho de todo. Lo hago todos los días de mi vida, no porque tenga que entregar un trabajo, sino porque es lo que me sale, lo que quiero hacer.
"La música es mi trabajo, porque es lo que hago cada día; y es mi carrera porque estudio para esto. Pero por sobre todo y esencialmente, es el destino y la forma de vida que elegí".

Efectos especiales
-- ¿Encontraste tu sonido?
-- Encontré la forma de seleccionar el audio que necesito para transmitir, de la manera más certera posible, lo que siento.
"El sonido de un artista va cambiando con los años, incluso disco a disco. Entonces, mi sonido irá cambiando. Pero a partir de lo aprendido siempre tendré elementos para ir por el camino más certero para revelar emociones".
-- ¿Te escuchás?
-- Me escucho adentro: qué quiero decir y cómo. Después elijo un sonido para eso. Reevolución , el disco anterior, fue muy pasional y usé una técnica mucho más agresiva desde el sonido. Sueño dorado es más emotivo, por eso, desde cierta suavidad, recorre todo el registro que yo pueda alcanzar.
-- ¿"El Antigal" a capella resume esas alternativas?
-- En El Antigal me mostré a mí mismo como instrumento. Trabajo los pianos, la media voz, la voz fuerte, los sonidos en la cabeza, la boca, la garganta, el pecho; mucho de lo que soy capaz de desarrollar.
-- Más las emociones...
-- Esencial. Sin emoción no hay sonido que a uno lo recorra.

Lugares de conmoción
-- ¿Cómo fue grabar en la Ciudad Sagrada de los Indios Quilmes y por qué allí?
-- La elección fue bastante natural. Queríamos hacer un dvd en un ambiente natural, pero teníamos que encontrar una locación que técnicamente nos lo permitiera. Yo conocía el lugar, había quedado impactado con su energía y paisaje, lo propuse y los ingenieros de sonido hicieron el scouting del terreno y dio que era posible.
"Lo lindo de la experiencia fue que este disco, por el hecho de recorrer parte de estos 15 años de carrera, ya se planteaba conmocionante para mí. Todas esas emociones se potenciaron con la mística del sitio".
-- ¿Podrías grabar un disco en Bahía Blanca?
-- ¡Claro que podría! Me gustaría hacerlo y lo he pensado. De todos modos, si hacerlo en un estudio es complejo, mucho más a cielo abierto.
-- Si no dieran los escenarios para un registro en vivo, al menos contás con lugares increíbles para fotografiar en un videoclip, ¿cuáles elegirías?
-- Buscaría aquellos que fueron claves para mi vida artística: la Biblioteca Rivadavia, el Teatro de Ingeniero White, en mi colegio, en el salitral, en el Puerto, en la esquina donde se montaba el escenario de la Fiesta del Camarón y el Langostino, en la Plaza Rivadavia. Tengo que esperar a que se produzca una ocasión especial, como fueron estos 15 años.
-- Siendo tan detallista, ¿cómo hacés la selección de repertorio para tus discos?
-- Cierto: soy detallista, y muy meticuloso en la selección de canciones a interpretar, mías o de otros. Hay quienes seleccionan 40 canciones y van descartando hasta dejar doce más lindas para grabar. Yo siempre elegí o compuse doce de doce.
"No grabo temas porque me parece que puedan llegar a funcionar desde otro lugar que no sea el emocional. No grabo nada que no quiera y que no forme parte esencial de la parte de mi vida que estoy transitando o que acabo de cumplir".

En revolución
-- ¿Qué etapa precedió a "Sueño dorado"?
-- Un tiempo de balances. Estoy disfrutando de una armonía hermosa. Después de 15 años de carrera, me siento curtido. Aprendí, anduve, viví y es muy feliz saber que ya no soy ningún adolescente, que soy un adulto aunque todavía adolezco de mucho conocimiento. Bueno, en algún punto sigo siendo un adolescente que necesita muchos más escenarios para seguir madurando.
-- ¡Los han habido de golpe con la concentración de festivales en verano!
-- Sí. Y me sucedió hasta hace cuatro años que en enero, febrero y marzo tenía 15 recitales por mes. Desde entonces, el ritmo es alto y continuo.
-- ¿Se te exige la voz?
-- De ninguna manera. Pero tengo que estudiar y cuidarme mucho. El cuerpo, todo, responde también a la mente y al espíritu. Por eso busco que los tres sentidos estén en armonía. Soy muy atento a eso, muy responsable de mis órdenes internos.
-- ¿Qué rol juega en esa calma la cercanía de la familia y de un hermano que trabaja con vos?
-- ¡Es muy cómodo! Con Ariel nos conocemos mucho, emocional, personal y musicalmente. Trabajamos juntos muchas cosas desde la raíz porque nos entendemos muy bien. Ante una idea que necesito desarrollar en un riff, Ariel tarda muy poco en resolverla.
-- Conociéndose tanto, ¿han hablado de esta visita a su antigua casa?
-- En realidad no lo hablamos mucho y ¡volvemos los dos! Y porque yo también lo conozco, sé que a él también le cala muy profundo este regreso. En Bahía y la región, él tuvo proyectos musicales anteriores a mí, con su banda de rock y el blues, con colegas que aún viven allí. Curtió mucho ese escenario musical, mucho antes de plegarse a mi proyecto.
"Yo sé que este regreso a casa es muy significativo para él. Tanto como para mí".

Enfoque
Evolución en cuerpo y alma
Frente a un talentoso. Allí nos ubica el desafío de un cantante de pura cepa bahiense, ganador de espacios en la vidriera mayor por su marcada evolución.
¿Cómo habremos de conceptuar el avance a partir de su calidad, destinataria de grabaciones que almacenan reacciones para madurar en luz y color la riqueza de su don creador?
¿Cómo habremos de adivinar que en Abel Pintos se magnifica la realidad que surge en el transporte de sensaciones, mientras tiene vigencia el lenguaje del espíritu?
Simplemente lo haremos con la predisposición a vivir ese estado musical y dejar que la capacidad del alma aparezca en el tratamiento profundo de sus temas.
Su obra en música y palabras tal vez no alcanza para brindar por ella. El brindis debe ser mayor cuando afloran y se sublevan los tonos, capturando los filos emocionales para llegar a la generación de canciones y disfrutar de ellas paseando el placer, desde una nota sola al conglomerado del paladar artístico.
Lo hemos visto y oído. Lo hemos aplaudido. Nos asociamos a su plataforma, dosificada para distribuir sus trabajos.
¿Que nuestro tratamiento no deja de lado la figura menuda de aquel jovencito que alguna vez llegó a nuestra redacción enarbolando un pequeño casete donde guardaba Para cantar he nacido? Es la verdad.
Cualquier recorrido retrospectivo nos volverá a esa imagen del pequeño, locuaz y casi atrevido pibe bahiense. ¡Vaya recuerdo y su efecto!
Estamos celebrando y saludando otra vez la presencia en su casa. Gusto en hacerlo, recibiéndolo con la expresión bien doméstica de "¿cómo va todo Abel?" o para cambiar un rato de charla pura sostenida, por títulos ganados a su encuadre pop o la desesperación del ritmo, cuando entre charlas y sonrisas se abra camino alguna que otra chacarera.
No vale más aquello de que "¿es o no folklore?" No parece justo el ser selectivo. En todo caso, la canalización de la música admite la expresión romántica, la manifestación moderna apoyada en recetas técnicas o la belleza interior de la zamba jactándose de su poder emocional.
Mientras tanto, Abel está y convoca. En cualquier punto de nuestra geografía. Allí será saludado con el abrazo o el aplauso. En ambas expresiones, disfrutará seguramente de melodías cuya clasificación estará elaborada a gusto del consumidor.
No podría ser de otra manera. Estamos en presencia de Abel Pintos en pleno crecimiento.

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