La noche del viernes fue ecléctica; tuvo desde expresiones regionales, con Claudio Bustos y Los 4 Ases, hasta pop y rock, de la mano de Abel Pintos, pasando por el humor de Fernando Rosa, y todo acompañado por un público fiel que celebró las distintas manifestaciones que pasaron por el escenario.
Comenzó puntual la velada, a las 19, con la actuación de la Orquesta Folclórica Municipal, que festejó sus 15 años de carrera. Los de Ramón Rolón, con Lito Dartois en batería y Juan ‘Pico’ Núñez en bandoneón, interpretaron El río vuelve, de Antonio Tarragó Ros, mientras los paraguas, cerrados, se amontonaban en las gradas de un anfiteatro colmado en un 30 por ciento.
Tras el paso de la pareja de baile conformada por Laura Chávez y Marcelo Espíndola, la banda Palo Borracho subió al escenario y sorprendió con una versión de La pesada, de Luis Salinas, sutil mezcla de chamamé con candombe.
“¿Vinieron por Abel Pintos, no?”, preguntó la animadora Belén Hernández, y arrancó el primer alarido del público en la noche, aunque no el último.
Luego, apareció sobre el escenario un muchacho solito, vistiendo una camiseta con motivos paraguayos y tereré en mano. Miró a la gente y dijo: “Gracias a cruzar en lancha, aprendí a navegar, y gracias a la Prefectura aprendí a nadar”.
Era Fernando Rosa, el actor misionero que encarnó el personaje de Rulo Espínola, ciudadano del vecino país que cataliza todos los estereotipos de las dos orillas exacerbados en clave humorística. Su monólogo fue interrumpido varias veces por carcajadas y aplausos. Tras la actuación, Rosa dijo que su creación es fruto de la observación y destacó el respeto que siente por el Paraguay: “No hay que tomar a Rulo como una ofensa al paraguayo, sino como una burla a nuestra relación entre países y cómo vamos construyendo ese vínculo día a día entre posadeños y encarnacenos”.
Con Los Vallejos volvió la música. El grupo dedicó su actuación a Mario Bofil y se despidió con Candombe para José, coreado por el anfiteatro que a esa hora ya estaba repleto.
Esa misma gente se emocionó con Leo Zarur, un cantante no vidente que actuó junto a Los Hermanos Britez. Zarur se animó a subir por la pasarela central al medio de las gradas y desde ahí deslumbró con una potente voz.
La noche del viernes también marcó el regreso de Claudio Bustos al anfiteatro, tras 15 años de ausencia. El cantante coronó la interpretación de Mi serenata con un grito: “Para vos, Fermín”, dijo, en referencia a Fermín Fierro, y también homenajeó a María Helena, la “novia de Posadas”.
Tras ese momento emotivo, subió al escenario la posadeña Sabina Belén, debutante en el Festival, que logró notoriedad tras pasar por programas de la TV nacional, como Talento Argentino. La joven fue como una bisagra sonora, porque después de cantar Si visitas Misiones, de un estilo más regional, adelantó material de su disco Caprichosa, con un ambiente más volcado al pop.
Otro de los valores jóvenes de la noche fue Fabián Meza, que comenzó su show con El viejo Sosa y se despidió cantando el clásico Misionero y Guaraní, con el público repitiendo una y otra vez “quiero en mi tumba una escritura en guaraní”.
Anahí Rolón coronó el aporte de la nueva generación en la segunda jornada del Festival. La joven, de 23 años, inició su performance con una sentida versión de Yo vengo a ofrecer mi corazón, de Fito Páez, acompañada por una banda muy sólida. “Siempre el anfiteatro tiene esa adrenalina extra, y esta vez fue increíble. Si bien nosotros proponemos otros sonidos y un repertorio diferente, creo que la gente lo recibió bien”, dijo Rolón luego de su actuación.
A esa altura, el público coreaba impasiente “Abel, Abel”, pero la noche tenía una perla más.
Fue el momento de volver a las raíces, cuando Rubén Luis ‘Rulo’ Grabovieski irrumpió en el escenario comandando los sonidos del legendario grupo Los 4 Ases para hacer bailar a todo el anfiteatro.
“Yo a veces no me doy cuenta de dónde estoy, ni lo que hago, simplemente me expreso con las ganas de que el público baile y se divierta. A veces me pongo del lado de ellos para ver qué quieren escuchar y, por eso, aunque las canciones puedan ser repetidas, las hacemos con el ánimo de levantar el espíritu”, dijo Rulo antes de comenzar a tocar.
Y después, la fiesta, con un Grabovieski muy activo que se paseó por el escenario mostrando un virtuosismo intacto, como si los años no pasaran para el grupo. Tras el show, y un poco más distendido ante la prensa, el músico contó el origen del nombre de Los 4 Ases.
Resulta que le llevó un parche del bombo de la batería a un artista, en plena chacra, para que le pintara “bien grande” el nombre del grupo, que por entonces se llamaba Los Ases de la Alegría. El tema era que la longitud de ese título excedía los límites del parche. Y, como los ases eran cuatro, se cambió el título de la banda. “Eso sí, el cuatro lo pintó en número y bien grande”, completó el legendario Rulo.
La revolución de Abel
A las 1.30 del sábado subió al escenario Abel Pintos e hizo temblar el anfiteatro con un show impecable y sin fisuras en el que repasó gran parte de su basto repertorio.
El set se inició con Revolución, tema que le dio nombre a su último disco en estudio, grabado en 2010.
“Siento una felicidad enorme y quiero agradecerles por considerar mi música para que forme parte de esta fiesta tan prestigiosa”, dijo Pintos con una voz casi intimista, que contrastó con la potencia desplegada a lo largo de la madrugada.
El cantante adelantó: “Van a escuchar canciones desde el alma”, y mientras los gritos de la platea femenina resonaban de cara al río Paraná, tomó una guitarra criolla para interpretar No me olvides.
Luego llegó el turno de Una flor y una cruz. Tras esa canción, Pintos se animó a colgarse un bajo para tocar Solo soy una canción, en la que sacó chapa de cantante completo, porque desplegó una gran variedad de recursos con su voz que deslumbró al público, sobre todo al momento de hacer un falcetes y llegar a notas muy agudas sin perder potencia.
Con pantalón ajustado y camisa celeste desprendida sobre una remera roja, Abel paseó y bailó por el escenario despertando alaridos de la platea femenina.
Después Pintos cantó Mi error, y retrotrajo a todos a 2005, tiempos del exitoso disco Reflejo Real.
“Gracias a todos los que viajaron muchos kilómetros para vivir esta fiesta”, afirmó Abel antes de arremeter con los acordes de Peregrino.
La noche siguió con un éxito tras otro, coreado por un anfiteatro repleto. Pintos se dio el gusto, incluso, de presentar versiones nuevas de sus canciones más clásicas, registradas en el disco en vivo Sueño dorado, grabado en Tucumán y lanzado este año en formato CD y DVD.
Con la guitarra colgada, Abel comenzó a balbucear la introducción de otra canción hasta que se escuchó una voz femenina que dijo: “Aprendan, hombres”, la ocurrencia hizo reír al propio músico, tanto, que debió interrumpir sus acordes por un momento. Ya repuesto, Pintos arremetió con uno de sus grandes hits de los últimos tiempos, Por una gota de tu vos.
Tras una hora y media de show, con un sonido muy potente, Abel Pintos terminó su presentación en el Festival del Litoral de Posadas interpretando nuevamente el tema Revolución. La performance del músico fue coronada con un espectáculo de fuegos artificiales que marcó el fin de la segunda noche de uno de los eventos culturales más esperados del año.
Al cierre de la edición de ayer comenzaba la tercera jornada en la que se esperaba, como plato fuerte, la presentación del legendario Ramón Ayala.
Hoy, en tanto, será el cierre del Festival Nacional de la Música del Litoral con los shows de Jorge Fiorio, Joselo Schuap y el virtuosismo del guitarrista Ángel ‘Pato’ Gracía.
Además, pasarán por el anfiteatro Soledad Pastorutti y la despedida correrá por cuenta de Los de Inmaguaré.
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