sábado, 14 de julio de 2012
Entrevista a Abel Pintos por "La Capital"
"No estoy ligado al folclore tradicional como el que lleva adelante el Chaqueño Palavecino", admite Abel Pintos con una mirada entre sincera y pícara. El cantante folclórico asegura que su meta es "ser un músico popular", y claro está, pues agotó localidades para las tres funciones que dará en el teatro Broadway -que comenzaron ayer y continúan hoy y mañana a las 21- donde presentará su octavo disco más DVD "Sueño dorado". Pero antes de hacer suspirar a miles de personas con su voz, Pintos mantuvo una charla exclusiva con Escenario en donde habló de sus comienzos, del amor y de su éxito genuino.
—"Sueño dorado" salió ayer a la venta, ¿por qué hacer un balance de tu carrera a tan sólo 28 años de edad?
—Este era el momento por la popularidad que se dio con mi séptimo disco "Revolución". "Sueño dorado" tiene dos intenciones: para el público que me acompaña desde hace un tiempo es una especie de repaso de los quince años. Por eso, antes de volver a grabar un disco de estudio, quise hacer un breve repaso de mi carrera a través de las canciones más populares. Y por otro lado, quise poner al día a la gente que me sigue desde hace poco. Y ahora estoy preparando lo que será mi próximo álbum que sale el año que viene. Incluso quise mostrar mis dos etapas, la primera que comencé como intérprete, representada por "Cactus" y "El antigal" y las demás son canciones propias reversionadas.
—Hay que animarse a hacer un cover de Cerati, ¿no te dio miedo enfrentarte a las críticas?
—Para nada, fue lo más fácil del mundo porque me sentí feliz e identificado con lo que estaba haciendo.
—¿Cómo se dio tu acercamiento a la música?
—Fue muy natural. Aluciné cuando escuché a Mercedes Sosa, cuando tenía cuatro años, hasta me provocaba el llanto, evidentemente me estaban transmitiendo una data que me llegaba al alma. Entonces cuando fui un poco más grande, en vez de empezar a alucinar con ser bombero, dije, quiero cantar y que a alguien le pase lo que me pasa a mi y arranqué en un coro a los nuevo años.
—Y a los once ya estabas en Cosquín, ¿cómo pasó eso?
—Conocí a Raúl Lavié y le di un demo. Él se lo dio al productor Pity Iñurrigarro, quien decidió incorporarme a su staff de artistas y le propuso a León Gieco que me produjera mi primer disco. Esto fue en 1997 y así salió "Para cantar he nacido". En enero de 1998 León regresa a Cosquín después de quince años de ausencia, y le dieron tres horas de concierto, decidió tocar una hora y media, y la otra, dejarla para los artistas que él presentaba: Antonio Tormo y yo.
—¿Te pesa no haber tenido una adolescencia normal?
—No me pesa porque el cien por cien de mi vida tiene que ver con esto, no hago otra cosa. Nunca fui de ir al boliche, no le cazo la onda.
—¿Y qué actividades disfrutás para abstraerte de tu profesión?
—Leer. Además entreno y salgo a correr todos los días.
—"Revolución" marcó un antes y un después en tu carrera, sobre todo porque te volcaste hacia otros géneros.
—Sí, creció la popularidad, con eso la intensidad de trabajo y la experiencia, y por ende, el aprendizaje. Desde lo artístico, con "Sueño dorado" pude terminar de abrir el juego musicalmente en cuanto a géneros y me hizo muy feliz. Desde hace años venía trabajando en que el folclore no significa tradicionalismo. Es tan folclórico el Chaqueño Palavecino como Abel Pintos, Los Palmeras o la Mona Giménez: somos del pueblo y hablamos del pueblo. Yo no estoy ligado al tradicionalismo como el que lleva adelante el Chaqueño. Nunca en mi vida anduve a caballo, me subo y me caigo, ni me puse una bombacha de gaucho. Soy un bicho de ciudad y no por eso deja de gustarme el folclore. A su vez, el folclore es un género musical y ligarlo pura y exclusivamente a una sola estética con la que mucha gente no se pueda sentir identificada, evita que se puedan acercar a ese género musical. Mi objetivo era desestructurar.
—¿Te considerás un músico multiestilístico?
—Yo soy un músico folclórico y lo que persigo es ser un músico popular. Y te voy a decir algo: la música romántica en el folclore no nació con Los Nocheros, nació con Daniel Toro o con los hermanos Ábalos.
—¿En tus letras predomina el amor y el sufrimiento?
—Yo creo que uno no puede sufrir por amor. Porque el mismo sentimiento que te hace llegar a tocar "los dinteles de la gloria", como dice "Amémonos", no puede llevarte al infierno. Los problemas son cuando interviene la razón y el ego. Para mí es un festejo decirle a alguien: "No me olvides porque voy a regresar siempre".
—En la red social Twitter tenés más de 87 mil seguidores, ¿cómo llevás eso?
—No considero el fanatismo, nunca lo entendí. Para mí es gente que me acompaña, son mis cómplices.
—¿Nunca te la creíste? Llenar tres teatros seguidos no es poca cosa...
—No me tomo un minuto de mi vida en considerar si soy de perfil bajo o soberbio, porque cualquiera de los dos me estaría llevando a los lugares contrarios. Todo se basa en el amor que siento por lo que hago, por mi vida y por los seres humanos en general.
—¿Cómo te ves en veinte años?
—En la música sin ninguna duda. Me gustaría morir en un escenario.
—¿Como en el Cisne negro? ¡Sería terrorífico!
—Una muerte así podría ser, pero sería muy traumático para todos, ¿no? (risas). Voy a hacer música toda mi vida.
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